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La Ciudad de México es conocida por ser una de las ciudades más contaminadas en el mundo, con situaciones que van de mal en peor debido a esta problemática causada por la sobre población que se vive. Sin embargo hay otro problema de contaminación al que no se le pone la atención que merece: la acústica, ya que faltan estudios que aborden el impacto del ruido y que propongan estrategias para el control de ruido industrial, que representa un grave riesgo a la salud de los ciudadanos.
La contaminación del aire en la Ciudad de México ha llegado a las primeras planas de los diarios de todo el mundo, ya que afecta gravemente a la población y es derivada de las actividades cotidianas de los habitantes de la ciudad, así como del descuido de miles de personas que tiran basura en la calle, no verifican sus automóviles, entre otras situaciones. Sin embargo, darle importancia a la investigación sobre el ruido industrial también es relevante, pues este también se deriva de la urbanización, del desarrollo industrial y tecnológico.
Aunque la ciudad cuenta con un Mapa de Ruido (que cuenta con diferentes audiómetros y sensores de ruido) y una normativa local sobre la emisión de ruido, no es suficiente para enfrentar el problema de forma integral.
Realizar y difundir análisis acerca del problema en todos los niveles es indispensable para que la población se entere de los problemas que conlleva la exposición al ruido para la salud y el bienestar y por otro lado, para que se pueda crear una conciencia pública para que la población conozca los daños que puede causarles la exposición al ruido y tome las medidas necesarias para proteger a sus familiares y empleados con el uso de materiales como la fibra de vidrio recubierta, pero también para evitar ser la fuente de ruido. La creación de instrumentos de regulación, generar políticas públicas y acciones de protección y prevención son actualmente una necesidad en una de las ciudades más pobladas y grandes del mundo: la Ciudad de México.
A nivel mundial, diversos investigadores han recalcado en la necesidad de informar a la población acerca de las consecuencias de la exposición al ruido, pues este genera efectos negativos en la salud y bienestar de las personas. La Organización Mundial de la Salud ha respaldado estas investigaciones, ya que dentro de los principales daños encontramos las molestias al oído como el tinnitus, que son lesiones que se manifiestan en forma de zumbidos en el oído u otros ruidos que las personas escuchan sin que exista una fuente sonora que los provoque; alteraciones del sueño, dolores de cabeza, falta de concentración, discapacidad cognitiva e incluso trastornos cardiovasculares, entre otros daños relacionados con la exposición constante al ruido de más de 45 dB.
Es necesario que las autoridades enfrenten el problema desde varias perspectivas, primero realizando un diagnóstico profundo del problema con el apoyo de los Mapas de Ruido, para continuar con la planeación urbana considerando el ruido ambiental como parte de las herramientas y enfoques que se emplean en busca de soluciones a los problemas urbanos actuales, así como acciones preventivas para la ciudad.
Además del estudio de impacto del ruido, debe ser obligatorio la creación de normas, leyes y reglamentos encaminados a regular las actividades generadoras de ruido, con el fin de proteger a la población urbana.
La Ciudad de México sólo cuenta con una norma relacionada con el ruido, la NADF-005 AMBT 2013, que busca regular el ruido en establecimientos; por su parte, la Ley de Cultura Cívica sólo hace mención al problema del ruido como infracción a la tranquilidad de las personas.
Sin embargo, se requiere protección de las edificaciones contra el ruido ambiental, pues las constructoras no están obligadas a prever la intromisión del ruido cuando planean una construcción.
En un estudio realizado de forma particular por la UNAM, se revela que las principales fuentes sonoras en la ciudad son el tráfico vehicular, el tráfico de trenes, metro, tranvías, aviones y helicópteros, la actividad industrial y de construcción; también son fuentes de contaminación acústica la actividad comercial, las industrias de entretenimiento como bares, los vecindarios, las manifestaciones sociales, las festividades populares, culturales y musicales y los sonidos propios de la naturaleza, aunque estos han sido relegados de la ciudad.
